Responsabilidad
y Consciencia
Los que nos movemos en el ámbito empresarial reconocemos que tenemos una
responsabilidad, a través de la empresa, de generar riqueza para todos; normalmente
pensamos que las utilidades deben ser exclusivamente para los accionistas. Nada más
erróneo. Las empresas deben dar utilidades para los que participan en ellas: accionistas,
directivos, empleados, obreros, gobierno y sociedad. La obligación de las empresas es
generar utilidades; es sin duda su verdadera esencia. Las empresas que no aportan
utilidades son inútiles y, lo son para todos los que participan en ella, desde sus
accionistas hasta la sociedad en la que se desenvuelven.
Existen empresas y empresarios que no saben o no han querido saber que existe una factura
que pagarle a la sociedad. ¿Por qué una factura? ¿De qué? o ¿Por qué? La
explicación es muy sencilla: la sociedad es la que provee a las empresas de los elementos
necesarios para que se den las utilidades, tales como consumidores, necesidades, y
estabilidad de precios entre otros. Por supuesto que estamos hablando de empresas
lícitas, las empresas no-lícitas son motivo de otro análisis. El hecho de que sea la
sociedad quien alimente a las empresas de los ingredientes para que se den sus utilidades,
le genera una factura, justamente una factura social.
Ya que sin duda las empresas son las verdaderas hacedoras de utilidades, la pregunta es
entonces ¿Realmente existe la conciencia de que esa riqueza se tiene que distribuir?
Desgraciadamente la mayoría de las empresas y empresarios no tienen medido ese saldo
deudor, existen muchas empresas que no únicamente no le aportan a la sociedad lo que ella
ya les dio, al contrario ven la manera de seguir ordeñándola; así tenemos a las
empresas que no cumplen con sus obligaciones fiscales y laborales y las de mantener un
ambiente ecológico verdaderamente sano. Definitivamente estas empresas difícilmente
tendrán la conciencia para reconocer su responsabilidad social y únicamente producen
utilidad para los dueños; por tanto, muy cuestionable es que estas empresas sean
verdaderamente útiles ya que la sociedad no recibe nada de ellas. Al contrario, en la
mayoría de los casos le quita a la sociedad más de lo que le ofrece.
Tenemos que resolver dos cosas fundamentales para que se pueda dar la creación de
riqueza:
Primero, tener un ambiente y reglas propicias para que las empresas se desarrollen y
tengan todas las facilidades para que en condiciones de abierta y libre competencia
existan empresas que sean exitosas y
Segundo, crear las condiciones educativas y culturales que propicien empresarios éticos
llenos de valores que provoquen llevar a cabo un cambio en la mentalidad de los
empresarios actuales para que sean conscientes de sus obligaciones con las comunidades a
las que se deben.
Una verdadera promoción de valores que profesionalice la actividad empresarial y que la
enaltezca inculcando un código de ética propio que cada quién establezca y ejerza,
teniendo como único objetivo cumplir con una responsabilidad social que, como ya se ha
dicho, se presenta como una factura que tiene un saldo acreedor que exige regresar a la
comunidad algo de lo que ésta le ha dado.
Lo verdaderamente extraordinario es que nunca es tarde para iniciar algo sobre todo tan
importante; es bueno meditar sobre como empezar a ser una empresa socialmente responsable,
debiendo primeramente hacer un análisis que conlleve a hacer público el compromiso y
sobre todo asumirlo concretizándolo.
Una buena manera de combatir la pobreza es generando riqueza. Tomemos entonces, el
inaplazable papel que nos corresponde de generarla y compartirla, es un imperativo de la
empresa privada. Está demostrado que cada vez que los gobiernos quieren asumir este
papel, son más los costos que los resultados. Así que este papel queda en la capacidad
de que cada quién libremente y en conciencia asuma esta responsabilidad.
29 Marzo 2004
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