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Alberto Varela

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Ricos y Pobres

 

Alberto Varela Ramírez¿Dónde esta el verdadero secreto del éxito?, ¿Por qué los pobres son pobres?, ¿Por qué los ricos son ricos?; difícil, ¿verdad?

No es novedad de que cada vez hay más pobres y que hay pobres que son mucho más pobres. Haití tiene un ingreso per cápita de 437 dólares al año: el más bajo del continente americano; algunos países de África tienen cifras inferiores a estas y en ellos cada día mueren de hambre miles de personas.

Desde los grandes países que se precian de ser altamente desarrollados con un elevado grado de bienestar, donde están solucionadas las problemáticas de alimentación, salud, educación, vamos: lo necesario, lo básico, pasando por los pequeños países que no tienen ni que comer, y hasta en lo individual, debemos de poner nuestras barbas a remojar. ¿Por qué? Sencillo existe una obligación moral y de principios de justicia que debemos de cumplir con los que menos tienen.

Es importante que surjan liderazgos activos que den a conocer que la diferencia entre ricos y pobres debe acortarse. En mi opinión, haciendo una acto de conciencia para saber por qué los que tienen, tienen más y los que no tienen, tienen menos.

Los que tienen más deben pensar si el camino para llegar “a más” no fue quitándole a los que menos tienen, aprovechándose de la ignorancia, falta de capacidad y de oportunidades, así como de la necesidad de la gente para sacar más jugo de esas carencias. Si es así, en estricta justicia, si no la del hombre entonces La Divina, deben de reparar ese daño.

Y los que tiene menos, también en un acto de conciencia deben analizar si se debe a la indolencia, a querer que todo se les regale aunque sean migajas, a que no se han sabido aprovechar las oportunidades o quizá a que no han sabido tener el coraje y la garra para lograr una superación personal que conlleve escalar mejores niveles de bienestar.

Recordemos que la verdad nos hace libres y que nosotros no podemos ni debemos mentirnos, primero a nosotros mismos y después a los demás; así, con la verdad en las manos, pero sobre todo en el corazón, actuemos en consecuencia.

En las Sagradas Escrituras es prudente ver en el Antiguo Testamento, una  valoración del pobre y de su situación. El Antiguo Testamento se refiere con frecuencia a la convicción humana común según la cual la riqueza es mejor que la pobreza y constituye la justa recompensa reservada al hombre recto y temeroso de Dios: “Dichoso el que teme al Señor y ama de corazón sus mandatos…  En su casa habrá riquezas y abundancia (Salmo 112, 1. 3). La pobreza se entiende como castigo para quien rechaza la instrucción Divina. Que importante es distinguir que esta riqueza o pobreza no únicamente se refiere a bienes materiales sino a bienes espirituales y seguro estoy que éstos, los espirituales, te llevan a los materiales por un camino de verdad.

En el Nuevo Testamento se anuncia la liberación de los pobres y se da la buena nueva, como Jesús mismo subraya, contemplando la profecía del libro de Isaías: “El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Las Sagradas Escrituras patrocinan a los pobres con esperanza.

Qué bueno es encontrar pobres que son inmensamente ricos y sabios, que llenan de paz espiritual y de fe en Dios todas sus carencias. De igual manera qué pena es encontrar a un rico arrogante, petulante y displicente; estos atributos lo hacen miserable e inmensamente pobre. Sí, pobre de lo esencial, de adentro, del alma; ahí es donde está la verdadera riqueza o pobreza. Al final ¿quién es más rico, el que todo tiene o el que nada necesita?

Qué difícil es proponer una conciliación entre estas dos realidades de la humanidad. Pienso que si nos llenamos de un espíritu de verdad terminaremos por participar de la pobreza y de la riqueza equilibrando nuestras decisiones de qué hacer en la vida.

Imagínese a un alemán y a un somalí conversando acerca de por que los primeros son ricos y lo segundos son tan pobres; un obrero de la industria de la construcción, vamos un albañil, gana veinte euros la hora de trabajo, algo así como veinticinco dólares la hora (¡ la hora ¡) mientras que un somalí gana menos de trescientos dólares al año, esto quiere decir que un albañil alemán en doce horas de trabajo gana lo que un somalí gana en un año (¡ un año !). Sin duda una diferencia atroz, entonces ¿de que podrían platicar estas dos personas?

A mi me parece que la solución es más simple de lo que parece; La Educación; sí, la educación para los ricos y para los pobres; debemos de poner en manos de los pobres el éxito de los ricos y debemos de poner en manos de los ricos las carencias y vicisitudes de los pobres y para eso, debemos de educarnos.

 

08 Mayo 2004


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