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Valores y Organizaciones
Los seres humanos somos lo que pensamos y lo que hacemos. Y lo que hacemos debe ser lo que pensamos. Las empresas, instituciones y cualquier organización deben estar permeadas por lo que son las personas que las dirigen, las que las representan o las que las poseen.
Los valores de las organizaciones son los valores del hombre; si quienes dirige una empresa son personas rectas las empresas serán empresas rectas. Es imposible desasociar los valores de las personas de los valores de las empresas; esto quiere decir que los valores de las personas son y serán la norma de conducta y los códigos de las empresas.
Está de moda que dentro de las empresas se señale y publicite cuáles son los valores, la misión y la visión de ellas. En muchos de los casos este ejercicio de definir la filosofía de la empresa es auténtico y se genera un compromiso de las organizaciones por observarlas; en algunas otras organizaciones, este es un ejercicio de moda y lejos de establecer un compromiso de conducirse con una manera de pensar congruente con lo que se dice, hacen todo lo contrario.
Existen campañas de gobiernos y de organismos no gubernamentales en contra de la corrupción y a favor de la honestidad donde existen compromisos públicos para lograr que la sociedad reafirme y siembre verdaderos valores que vayan encaminados a dignificar la actuación de las personas y por ende de las empresas e instituciones públicas y privadas, estos programas deben ser parte de un ejercicio de educación y concientización permanentes.
La parte educativa es fundamental. ¿Cómo es posible que alguien pueda ejercer valores si no sabe que son o que significan? Simplemente imposible. Entonces tratemos de definir esos valores. Sin lugar a duda uno básico es la LEALTAD.
El origen de LEALTAD está en quien tiene la razón; ésto es, el que dice la verdad, el autentico. Sin lugar a dudas la LEALTAD es un valor importantísimo para la sana convivencia y es producto del bien pensar y del bien ser, vamos, de la inteligencia misma, forma parte del cumplimiento de la ley y de las normas establecidas por la sociedad.
A nadie se le puede obligar a ser LEAL. Entonces aparece la LIBERTAD. Solamente alguien libre puede elegir entre la verdad y la mentira; no debemos de olvidar que existen personas que son esclavas de sus propias mentiras, complejos y carencias humanas. Para combatir esos atavismos es necesaria su VOLUNTAD; ésto es, querer hacer las cosas, naciendo así la RESPONSABILIDAD, siendo esta la parte trascendente ante los demás: familia, empresa, gobierno, definitivamente la sociedad toda.
No es posible que exista una persona socialmente responsable o empresa socialmente responsable que no practique y viva estos valores. Si es así, es una hipocresía que busca un reconocimiento social que llene los vacíos del alma y de la cabeza.
La consecuencia directa de ser LEAL es el reconocimiento de nuestra familia, de nuestra empresa y de la sociedad. No podemos constreñir la LEALTAD a nuestros intereses, cuando tomamos la LEALTAD como una regla de conducta nos llenamos de ORGULLO y DIGNIDAD. Sin embargo, cuando somos DESLEALES somos acreedores a la reprobación y la marginación, se genera la duda y la sospecha. La DESLALTAD se identifica con la traición, tan despreciable como el mayor de los crímenes. "Crea fama y échate a dormir", "El que mata un perro le dicen mata perros". La sociedad no perdona y no olvida a los DESLEALES ni a los hipócritas.
A continuación transcribo un texto integro de la gran escritora y pensadora mexicana Emma Godoy, que ayuda a entender que queriendo, podemos cambiar y adoptar los grandes valores que sobresalen e identifican a personas con una forma de ser y una conducta que nos enaltecen:
Cualquier tipo de
organización, desde las empresas más grandes hasta las más pequeñas, dependen única y
exclusivamente de la actuación de sus miembros y esta actuación depende de los valores
que los dirigentes vivan; las buenas intenciones no son suficientes, se requiere
convicción para que las organizaciones alcancen sus objetivos y metas, es necesario
establecer claramente las reglas en un código de ética y conducta; si este no existe, se
corre el grave riesgo de caer en la mentira y participar en actos de corrupción dentro de
las empresas y arrastrar a todos sus participantes.
Es necesario que en las empresas se moldeen la esfinge de un perfil ético y congruente, que tengan como fin último respetar y hacer respetar la buena forma de hacer negocios. Para hacerlo debemos de pensar en nuestros valores. La falta de transparencia, la corrupción y la falta de integridad alejan oportunidades de inversión y clientes de las empresas.
Si quienes dirigen las empresas son desleales, deshonestos, faltos de integridad, tendremos empresas desleales, deshonestas y sin integridad; por el contrario si quienes dirigen son personas honestas, integras, dignas, leales y responsables, tendremos empresas así.
10 Junio 2004 |
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